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lunes, 24 de abril de 2017
domingo, 23 de abril de 2017
SEGUNDAS PARTES.
La mujer del suéter rojo abrió la puerta de la cafetería sin saber que al atravesarla su vida cambiaría para siempre. Y es que, allí estaba. Habría reconocido esa voz entre mil susurros, una voz que hace que las mariposas que llevaban dormidas más de cinco años vuelvan a volar descontroladas, creando un tornado de emociones.
¿Y ahora qué? Ya no puede huir, los ojos tiernos de él
encuentran los suyos y algo explota en los dos. Recuerdos del pasado acribillan
sus mentes y la misma pregunta en la cabeza de ambos ¿Qué nos pasó?
Ella se acerca meticulosamente a la mesa donde él se toma su
café con leche y cacao en polvo, y es que hay costumbres nunca cambian. Él, con
el corazón a mil, la invita a sentarse. Ambos se observan y las palabras son
casi innecesarias.
Comienzan a hablar, no de ellos, simplemente hablan: de los
últimos años, de sus nuevas amistades, de sus amores…
“Nunca hubo nadie como tú” pronuncian los labios de él
haciendo que automáticamente las piernas de ella tiemblen. Se miran y ambos
saben lo que sienten, pero ella asustada responde:
-Segundas partes nunca son buenas.
-No es segunda parte si nunca acabó- responde él.
miércoles, 19 de abril de 2017
Quien espera desespera
.
Esperar.
Esperar y desesperar.
Pasarnos la vida esperando un avión, y digo avión porque trenes ya los coge mucha gente.
Esperamos tiempos mejores, esperamos que llegue el momento adecuado para hacer algo en vez de hacerlo y punto.
Esperamos un gran cambio sin saber que estos al igual que la materia, ni se crean ni se destruyen y que si entramos en matemáticas la vida es un límite que tiende a cero porque no somos tiempo suficiente como para poderse contar, aunque para nosotros todo nos parece eterno y, sin embargo, vamos a velocidad de vértigo para evitar pensar, para evitar darnos cuenta que en realidad solo estamos esperando.
Que a veces esperar es lo mejor; pero quien espera desespera y quien desespera ya no puede volver atrás.
viernes, 14 de abril de 2017
Y parar
Y pararte y observar, y darte cuenta que el mar de dudas se va disipando. Darte cuenta que todavía te queda mucho por ver, que las cosas cambian y, a veces, es para bien.
Pararte y darte cuenta, que aún hay gente estupenda escondida por el mundo, gente con la que las carcajadas vuelven a ser música, gente con la que la palabra pequeña tiene otro significado, gente con la que el cuerpo se llena de vida y la sangre se hiela como en un día de playa en pleno abril, para después volver a circular llena de vida con energía recargada. Gente que te proporciona otra visión, otra perspectiva, que comprende y no juzga.
Pararte y darte cuenta que quedan miles de conversaciones por iniciar, miles de tardes de estudio, miles de canciones por escuchar, miles de miedos por superar, miles de autobúses por coger y por perder, miles de días por vivir.
Pero si tienes con quién vivirlos siendo siempre tú, sin necesidad de medir las palabras ni los gestos, siendo tan real y claro como eres tú, créeme que la palabra mil se quedará corta.
Y pararte y observar, y pararte y vivir.
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