Y pararte y observar, y darte cuenta que el mar de dudas se va disipando. Darte cuenta que todavía te queda mucho por ver, que las cosas cambian y, a veces, es para bien.
Pararte y darte cuenta, que aún hay gente estupenda escondida por el mundo, gente con la que las carcajadas vuelven a ser música, gente con la que la palabra pequeña tiene otro significado, gente con la que el cuerpo se llena de vida y la sangre se hiela como en un día de playa en pleno abril, para después volver a circular llena de vida con energía recargada. Gente que te proporciona otra visión, otra perspectiva, que comprende y no juzga.
Pararte y darte cuenta que quedan miles de conversaciones por iniciar, miles de tardes de estudio, miles de canciones por escuchar, miles de miedos por superar, miles de autobúses por coger y por perder, miles de días por vivir.
Pero si tienes con quién vivirlos siendo siempre tú, sin necesidad de medir las palabras ni los gestos, siendo tan real y claro como eres tú, créeme que la palabra mil se quedará corta.
Y pararte y observar, y pararte y vivir.
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