ALEXITIMIA
Capitulo 1
-Alexitima.
-Alexi… ¿Qué? –pregunto extrañado.
-Alexitima- responde muy seguro el doctor- es una
enfermedad neurológica total o parcial que impide expresar emociones y en
algunos casos incluso sentirlas.
Me acaba de dejar más perplejo de lo que ya estaba.
Después de tantos años de médicos, psicólogos y psiquiatras no consigo entender
la respuesta que he obtenido.
-No lo entiendo-digo tras un rato de silencio- yo sí
tengo emociones sino no entendería las
cosas que pasan a mi alrededor ni tendría mi personalidad formada.
-Gabriel- utiliza un tono de voz suave para
calmarme, sabe que me estoy poniendo nervioso y eso no es bueno, la última vez
tuve que comprarle una estantería nueva-hay varios casos de Alexitima, en tu
caso es parcial, es decir, sientes las cosas y eres capaz de percibir tus
sentimientos pero no sabes identificarlos para poder expresarlos. Mira, cuando
tu tío se puso en contacto conmigo aquella noche…-su tono sigue siendo suave y
se nota que habla con pies de plomo, sabe que no me gusta hablar de esa noche.-
me quede extrañado cuando me conto lo que pasó, pensé que no podía ser
verdad…Tú que siempre habías sido tan bueno, un niño tan callado, tan en su
mundo…Ahora comienzo a entender.
-Pues yo no- contesto impasible, no sé cómo me
siento. Tengo una sensación rara en el cuerpo pero no sé si es rabia o
tristeza-.
-Me ha costado casi un año llegar a esta conclusión
pero creo que es la acertada. En tu caso de Alexitima; no es que no sientas
sino que- está buscando las palabras adecuadas para explicármelo- no sabes
identificar del todo esas emociones y por tanto no las expresas. Me puse a
indagar en tu pasado, haciéndote los test y hablando con tus tíos. Ahí me
empecé a plantear la Alexitima como una opción, me contaron lo de tus padres,
me dijeron que eras demasiado callado pero que alguna vez gritabas y te ponías
violento, también me dijeron que nunca te habían oído decir un solo te quiero.
Tal vez el doctor tenga razón, nunca les he dicho te
quiero a mis tíos; pero los quiero bueno creo que los quiero aunque no me sale
decírselo, no sé en qué momentos se dice eso. Me paso la mano por el pelo
revolviéndolo más de lo que ya estaba. ¿Qué se supone que debo hacer ahora?
-Mira Gabriel, hay tratamientos para esto.
Empezaremos alguna terapia para ayudarte a identificar las diferentes
emociones.
Me quedo callado mordiéndome el labio inferior, no
sé qué hacer. Quizá el Doctor Segura tenga razón, debería hacer terapia… si
aprendo a identificar mis emociones no gritare, no me pondré tan nervioso y
nadie a mi alrededor correría riesgo de llevarse una ostia.
-Solo si tú quieres- añade el doctor ante mi
silencio.
-Sí, quiero hacerlo- al decirlo intento auto
convencerme a mí mismo- creo que es lo mejor. Tengo 19 años, va siendo hora de
que empiece a afrontar la situación. Haré todo lo que me diga, solo quiero
acabar con esto.
Mientras
tanto en otro lugar de la ciudad…
-¡África Sánchez López! Levanta del sofá ahora
mismo.
Los gritos de mi padre hacen que me despierte dando,
literalmente, un salto.
-Pero tú eres tonto o qué te pasa- le grito cuando
soy consciente de la situación.
-Son las ocho de la tarde, creo que ya va siendo
hora de que te levantes de la siesta.- Me mira directamente a los ojos- Mañana
tienes un examen final de matemáticas.
Le sostengo la mirada, desde hace tiempo todas
nuestras discusiones son así; duras. Mirada con mirada, retándonos, mostrando
que ambos podemos tener carácter: comenzando una guerra que desde hace un
tiempo siempre la gano yo.
-¿Y desde cuándo me ha importado a mí eso?
-Áfri ’ son tus estudios, ya llevas un año perdido…-
su mirada se relaja y se convierte en suplicante- no pierdas otro.
-No vuelvas a llamarme Áfri- no grito, no elevo la
voz sino que le sostengo la mirada fría e impasible.
Sé que eso le rompe, pero no me importa que sufra
así entenderá lo que paso yo todos y cada uno de los días desde aquella noche.
Noto su expresión cansada, veo como ha envejecido de golpe en los últimos años:
sus bolsas en los ojos, las canas, los hombros caídos… pero no siento pena,
solo ira… unas ganas increíbles de gritar de pegar patadas, puñetazos o lo que
sea. Necesito salir de esta casa no puedo estar un segundo más al lado de este
hombre que se hace llamar mi padre pero que más bien es un simple amargado que
intenta amargarme a mí más de lo que estoy, necesito salir de aquí sino
terminare hundiéndolo más.
Cojo mi mochila donde llevo el i-pop, un libro y las
llaves. Comienzo a caminar rápidamente hasta la puerta de este ático lujoso que
tanto detesto.
-¿A dónde vas?- pregunta mi padre con voz cansada-.
-Necesito salir de aquí.
-Vamos África no seas así, porque no te esfuerzas un
poco con los estudios, eres lista los sacarías sin problemas. ¿No te gustaría
pasar unas buenas Navidades?
Lo miro directamente, clavándole mis ojos verdes en
sus ojos marrones.
-Hace mucho tiempo que la Navidad no existe en esta
casa.
No dejo que responda, cierro la puerta con un enorme
portazo dejando que el silencio invada tanto la casa como el pasillo donde me
encuentro.