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sábado, 28 de mayo de 2016

RELATO

Hola quería compartir con vosotros,antes de subir la siguiente reseña, un relato que escribí hace un tiempo. Deciros que es poco largo, pero a mí me gusto bastante el resultado. Así que ya sabéis poco a poco, paso a paso, página a página.


NO SÓLO SON GOLPES.



Mi querida amiga María:

Tengo una cosa que contarte… no es fácil, nada fácil.
Porque para escribirlo necesito recordar y recordarlo duele, duele mucho.
Aún hay noches que siento su tacto, ese que al principio tanto me gustaba pero que acabó provocándome asco. Fue una historia como tantas otras.
Todo iba genial, nos queríamos… yo le quería. Salíamos a cenar, al cine, a pasear, nos comprábamos cosas, nos besábamos con cariño, en fin como cualquier pareja normal.
Dieciocho…recuerdo que yo tenía dieciocho cuando me propuso irme a vivir con él. Él era mayor que yo, claramente, tenía veintitrés y acababa de terminar su carrera de derecho, era el típico “príncipe azul” que todas querían: guapo, alto, listo, educado, con una mirada increíble…y era mío.
Dudé mucho si irme con él o no, no estaba segura, iba a empezar mi carrera de psicología, “ya eres mayor de edad puedes estudiar desde nuestra casa” eso fue todo lo que me dijo junto con un precioso beso en los labios y no necesite más, el hecho de oírlo decir “nuestra casa” e imaginarme nuestra vida hizo que cediera, me fui con él.
Los primeros meses fueron los mejores de mi vida, me despertaba con él y lo adoraba, luego llegaba a casa de la universidad y lo veía ahí, sentado con el portátil. Y por las noches…por las noches era lo mejor.
Paso un par de años, yo ya tenía los veinte, estaba en mitad de carrera habíamos hecho buenísimos amigos con los que salíamos de vez en cuando, era feliz muy feliz.
Pero algo pasó, un pequeño imprevisto, a los veintiuno me quede embarazada. No es que no quisiera ser madre pero no sabía si estaba preparada. Ahí tuvimos nuestra primera discusión fuerte, me grito “no te tomaste los anticonceptivos…menuda estúpida” esas palabras atravesaron mi alma como un cuchillo, recuerdo que me sentí fatal. Lloré y lloré durante horas, finalmente el vino y me consoló, me dijo Te quiero y me besó.
Al final lo tuvimos, un precioso niño al que llamamos Adrián. El embarazo fue bien tuvimos alguna discusión debido a mis cambios de humor pero nada grave.
Al cabo de un tiempo, yo me agobiaba no podía con la casa, el niño… y él no me ayudaba  y yo, además, tenía que estudiar…
Se lo dije, empezamos a discutir… a gritar… él gritaba y yo gritaba más fuerte y eso él no lo aguantó, ahí me dio la primera bofetada, me fui corriendo. A los minutos el vino muy arrepentido, me dijo perdón y me dio un abrazo.
Deje los estudios por petición suya. Dijo que debía centrarme en la casa y el niño y que, además, esa carrera me llenaba la cabeza de pájaros.
Ahora pasaba todos los días con Adrián en casa. Solo los viernes salía con los amigos de mi antigua carrera. Recuerdo, un día, haberme puesto una falda corta y que él me obligara a cambiarme, y yo como estúpida le hacía caso, más que nada porque quería evitar otra discusión. Salí y disfrute pero algunos de mis amigos me notaban rara y hacían preguntas y yo sinceramente no sabía que decirles.
Unos meses después de esto, las discusiones se habían vuelto rutina, el ambiente en casa ya no era el mismo.
Él cada día llegaba más tarde a casa, decía que tenía “reuniones con abogados”, al principio no le di importancia; pero más tarde lo sospechaba y tonta de mí, mire su ordenador  y ahí estaban, un montón de emails con otras mujeres, lloré muchísimo esa tarde.
Cuando esa noche llegó del trabajo más temprano que nunca; venía con, en su mano derecha un ramo de flores… Por desgracia una infidelidad por cada rosa .
Le grité, le reproche todo lo que podía y más, le dije todo lo que nunca me atreví y por desgracia terminó de la peor manera posible. Me dio la primera paliza acompañada de un montón de insultos que prefiero no recordar.
Esa paliza me dejo marca, muchos moratones, pero él unos días después vino de trabajar y se sentó junto a mí en el sofá. Empezó con su típica disculpa, solo que esta vez no venía sola sino con un anillo de compromiso; me prometió que todo cambiaría que yo sería la única porque solo a mi me amaba y estúpida de mi, emocionada por el momento, salté a sus brazos y acepté.
Nos casamos y todo pareció volver a la normalidad por un tiempo…todo era como antes alegría, nos reíamos como antes, disfrutábamos de nuestro hijo, salíamos con amigos de nuevo…lo único era que yo notaba que a veces se ponía celoso de un viejo amigo de la universidad, que ahora le vea muy bien, por cierto. Por lo demás todo era perfecto.
Pasaron los años, nuestro pequeño Adrián ya tenía tres años y yo tenía que estar muy pendiente de él.  Por lo que un día no tuve tiempo de preparar la cena y mi marido cogió una rabieta conmigo, cosa que me trajo a la mente la paliza que me dio años atrás; pero  solo me grito y me volvió a insultar haciendo que me sintiera fatal.
Así comenzaron las discusiones de nuevo…todas y cada una de las noches. Yo solía meterme en el baño para que no me viera llorar.
El día que le dije que me gustaría trabajar, volvió mi peor pesadilla. Me pego un guantazo y me insulto diciendo que yo no valía para nada, solo para estar en casa… pero no me rendí y conseguí empleo, en una pequeña tienda, no era mucho pero me valía.
Esa noche recibí la peor paliza de mi vida, acabe sangrando tirada en el baño llena de moratones.
Y a pesar de esto, yo le quería…no podía dejarlo, él nos mantenía a mi hijo y  a mí , en realidad, nos lo daba todo. Y como tonta  seguía pensando que todo podía volver a cambiar que merecía otra oportunidad. Escribo esto con lágrimas en los ojos al recordar lo estúpida que fui.
Pero nada cambió, al final tuve que dejar el trabajo y pasaba todo el tiempo en casa. Llorando cuando Adrián estaba en el cole.
Las palizas se hicieron constantes y eran una cada segundo, para él no hacía nada bien. Él decía que no era una buena esposa. Ya no me dejaba ni salir con amigos los viernes o sábados.
Recuerdo que una de las peores discusiones fue cuando se le metió en la cabeza que estaba liada con David. Y solo lo vimos una vez en el supermercado y como me vio llena de moratones me preguntó, yo simplemente respondí que me había caído por las escaleras; pero él no pareció convencerse mucho.
Cuando llegamos a casa, me pegó y me grito… me grito cosas como que solo sería suya que no me merecía a nadie… y yo poco a poco me iba hundiendo. Cada día era peor, por la mínima lo volvía a hacer; yo ya tenía el cuerpo cubierto de cicatrices, no aguantaría mucho más en este infierno.
Pero aún tenía un inexplicable miedo de lo que podía pasar si decía algo… pero aquel día que acaba inconsciente, me di cuenta que no podía más, que quizá yo no merecía eso. Que no aguantaría más aquel sufrimiento.
Y allí tirada en el baño, llena de sangre, sola… mire el reloj las 10:30 de la mañana.
Me puse a pensar en todo… en los besos, las caricias, los insultos, las palizas, MI hijo.
Y allí, con un bote de pastillas en la mano derecha y un teléfono en la izquierda tome una decisión…
-016… ¿En qué puedo ayudarla?
Mi querida amiga María se por lo que estas pasando, lo sé porque lo he vivido y déjame decirte que… NO SOLO SON GOLPES.

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