Miras a tu alredor y la vida es distinta, no miras los mismos ojos, las conversaciones son totalmente distintas, el tacto es diferente, el calor, la risa suena de otra menera y hasta las lágrimas caen diferente.
Miras y ya no hay nada de lo que solía haber, todo es distinto, hasta tú eres distinto. Has abandonado costumbres que amabas, has abandonado conversaciones que enriquecian, has cambiado el ambiente de los bares por el de la monotonía y sientes que falta algo, que algo no te llena.
Y es ahí cuando te das cuenta que se puede echar de menos tu propia vida.
Aunque ya no exista.
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domingo, 10 de diciembre de 2017
Algo simple
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